Sucede que cuando mis ojos se
despiertan
lo primero que ven
es tu rostro
perfectamente tallado
con tu rebeldía perforándote la nariz.
Los vuelvo a cerrar, espero los
segundos de una respiración .
Otra vez estas allí.
Desayuno mientras me acompañas sin
estar,
pongo música y apareces en la última
nota que alguien ha dejado caer.
Salgo a pasear al perro que no tengo
cojo cualquier sendero y estas allí. Aún
no marchaste.
Sucede
que me canso de que todos mis pensamientos acaben en ti.
Entonces
aprieto al pause.
Me
enredo entre palabras y las dejo a fuego lento,
mientras
que sueño con atravesar con mi lengua tus pechos.
Luego
la noche llega y me vacía como el que se queda sin estomago.
Sucede
que hago planes para ahuyentarte.
Abro
los armarios y encierro los pensamientos. Con llave y por dentro.
Y todo
ello me dura el tiempo que tarda en bombear la sangre por mis venas.
Sucede
que abro este cuaderno
para olvidarte
y al final lo he llenado con tus
versos.
Sucede que siempre vuelves
para
llenar de besos el aire y dejarme clavado en tu recuerdo.