Viviría
junto al calor de tus pechos
acechando
las sombras de tus dudas
como un
tigre en el reciente cañaveral,
saboreando
cada centímetro de tu piel serena
con la
boca olfateando el sonido de tus venas
y
escuchando a tu corazón
golpeando
las paredes de nuestro cuerpo.
Me moriría
de sed si tus labios
no me
devolvieran mis besos
y agonizaría
con la garganta abierta
entre cuchilladas
de ausencia
y a la
espera de que nuestras lenguas
regresaran a ser perfumes de agua.
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