Cada vez que una ola
se acueste en la playa
te daré un beso, mi niña.
Y nos dormiremos
bajo el manto de cualquier
luna,
sobre su alfombra de luz
blanca.
Derretiremos nuestra amor
entre una lluvia fina de
lenguas
que no se despegaran,
como si todo finalizara
en ese instante
en que las aguas vuelven
hacia dentro.
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