Cuando mi
boca acechaba
sus ojos se cerraban
tan fuerte
como si mis besos
fueran a romper los cristales del techo
y un resplandor te cegara.
Entonces
me acercaba
dejaba un trozo de mis labios
junto a los suyos
y todo era tan suave
que nuestras pieles
sabían a
agua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario