Tenía
sus palabras y las mías.
Mis palabras
llovían de la boca suaves,
las suyas
se agarraban a la lengua
y flotaban
imperceptibles
como pequeñas
gotas de agua
que apenas
acarician las aceras.
Yo
tenía palabras muy grandes,
te quieros
redondos y sin matices
te quieros
tan inmensos que apagaban la luz
te
quieros que podíamos guardar en cajas
para llevárnoslas
a casa.
Tenía mis
palabras y a veces las suyas.
Por eso
de mi boca salían sus dudas
que yo
ahogaba entre besos
para espantar los silencios
que congelaban el alma.
A veces
cuando nuestras pieles se apretaban
mis
palabras y las suyas sabían a tierra mojada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario