Éramos
amantes en un precipicio
con los
ojos siempre dispuestos a tocarse
con las
manos preparadas para desnudarse.
Habíamos
arrojado las certezas al fuego
y
volábamos entre líneas marcadas en nuestra cabeza
como
sin nos faltara pulmón para aspirar todo el aire.
Nos
amábamos entre tinieblas
con
besos con la persiana echada
y con
todos los candados puestos
para
que el amor no viniera a quedarse.
Era tan
difícil separarnos
que en
las despedidas
nuestros
corazones se quedaban gritando
mientras
que intentábamos no despeñarnos por el precipicio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario