luis perronegro

luis perronegro

sábado, 15 de noviembre de 2014

Mis dedos sabían a ella.

Mis dedos sabían a ella
tenían entre sus huellas
trozos de su deseo,
finas especias de placer
que se esparcían por la sala.
Nos amábamos tanto
que no podíamos dejar de tocarnos
y nos acariciábamos con la fluidez
del agua que todo lo humedece,
para así dejarnos
las certezas transparentes.

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