El amor
es como la lluvia de otoño
siempre
cala.
Te pones
el paraguas enfrente de tus ojos
para no
ver
para no
sentir,
pero el
agua te va entrando
va dejando
que tu piel
se empape
de la saliva
que habita
en los nidos de su lengua.
Y llega
un día
que ya no
hay nada que valga la pena
más allá
del sabor de sus besos,
el resto
del tiempo
son sólo
minutos de espera.
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