Estamos
tan lejos
que
nuestras tristezas son saladas
inmensas
como un mar
que
no desemboca
intensas
como un atardecer de agua.
A
veces nuestros abrazos no llegan
se
los come el aire
y
tenemos que vestirnos
con
las mismas pieles
para
sentirnos más cerca
y
soñar el sueño del otro
para
amanecer en la misma almohada.
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