De
repente se apagaron las luces
el
techo se inundo de estrellas
y
la luna pudo entrar por la ventana.
Nuestras
lenguas navegaban juntas
en
un mar plagado de tormentas.
Nuestros
besos se pegaron
como
pegamentos de hierro y fuego
y
los corazones se plegaron al deseo.
Un
tatuaje se agarro a nuestra piel
y
supimos que sería eterno.
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