Cuando
tú no estás yo vuelo.
Y
luego retrocedo. En una pausa derramada.
Cuando la lluvia
marca el sonido de tus pasos
y tu perfume embriaga
el aire,
sé que el otoño ha
llegado y te desprenderás de mis ojos.
Siento
una bruma que me atenaza
y se pliega en las costuras de mi abrigo
un
ardor en
la comisura de los labios
la
atonía del silencio justo enfrente de
tus rasgos.
Vuelo
hacia ti
con
la perspicacia de una golondrina.
A
lomos del universo.
Vuelvo
a sentir dolor por la ausencia de tu
silueta.
por
la incomparecencia de tu rostro cincelado en pecas
por
tu anillo pegado a la nariz que no me deja respirar.
Ese vacío me abofetea
y no encuentro
suficiente oxigeno para abortar mis pensamientos.
Necesito
la sal de tus dedos en mi almohada.
No
me golpees el corazón que es de aire
y
se desprende hacia el cielo
como
un cometa
o como el alma de un niño en vilo.
esperando
que abras la puerta.
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