que devuelven a la tierra a los peces desnudos de escamas.
La muerte les muestra afables.
Las gaviotas no recuerdan el camino de vuelta
y se descuelgan del cielo antes de llegar a puerto.
El techo del mundo
se ha abierto
y por ahí se escapa el último haz de luz.
La tierra se esfuma
ya no quedan fronteras que expoliar
ni lugares remotos por explorar.
Ahora sólo nos queda
aprender a morir viviendo.
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