luis perronegro

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lunes, 24 de febrero de 2014

El espejo de todas las mañanas

Ella odiaba reflejarse en los cristales
que vivían en sus mismos lugares.

Decía que los primeros planos
le robaban el rostro
que apagaban toda la luz que desprendía.
Que no podía verse con los anteojos puestos
porque su mirada se perdería en la niebla.

Yo sin embargo
sólo deseaba mirarla de cerca.
Dibujar su rostro con mis dedos
flanquear su flequillo
recoger sus ojos miel
y besarla hasta agotar los labios.

Quería verla
hasta desgastarla
como si fuera su espejo de todas las mañanas.


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