Ella
odiaba reflejarse en los cristales
que
vivían en sus mismos lugares.
Decía
que los primeros planos
le
robaban el rostro
que
apagaban toda la luz que desprendía.
Que
no podía verse con los anteojos puestos
porque
su mirada se perdería en la niebla.
Yo
sin embargo
sólo
deseaba mirarla de cerca.
Dibujar
su rostro con mis dedos
flanquear
su flequillo
recoger
sus ojos miel
y besarla hasta agotar los labios.
Quería
verla
hasta
desgastarla
como
si fuera su espejo de todas las mañanas.
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