Ame
en todas las direcciones, algunas veces también fui amado y cuando no me sirvió
para ensanchar el alma.
Odio
sólo cuando me levanto temprano. En el resto de los casos me olvido con premura,
el odio ocupa demasiado espacio en mi cerebro, y no poseo huecos de los que me
pueda desprender.
Toda
mi vida , mi amor, y mis odios pertenecen al mismo sueño. El del hombre que
nunca quiso envejecer. El del niño escribiendo corazones con el boli bic en los
muros apagados del barrio donde transite.
Y
como en todos mis sueños al final siempre hay un monstruo. Ese latir del reloj,
siempre constante, abocándonos a la ausencia.
Regreso
a la casa donde nací, abro los portales y allí siguen mis fantasmas, en el descansillo
, esperándome en el lugar donde los deje.
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