luis perronegro

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sábado, 21 de diciembre de 2013

El amor imprevisto

Nadie sabía que tus ojos se me habían atenazado al estomago,
en aquella mañana que nada parecía presagiar.

Nadie lo supo,
ni tan siquiera tú,
que acomodabas tus deseos al lento despertar de mi ánimo.

Nadie podía adivinar que mis labios yacían esperando la presencia de tu boca.
Dibuje poemas en el espacio para acercarme a ese instante que nos separaba.
Volví a ser un adolescente con corazones tejidos en las solapas.
Espere ansioso la llegada de la noche con su multiplicación de estrellas.

Nadie pudo escuchar mi palpito desatado
ni tan siquiera tú ,
que a mi lado vivías tus días sin reparar en el lento desatar de mi agonía . 

El amor imprevisto. Mariposas que se abaten en la noche.

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