Vivía la primavera en su boca,
anidaban mil golondrinas en los
tejados de su vientre
y sus besos diminutos, eran mariposas de deseo.
En sus ojos habitaba el mar con sus
olas rotas,
sus cabellos eran el refugio de las
tormentas de invierno
y su piel clara de agua, aparentaba
ser la lengua del cielo.
Todo en ella sabía a amapolas y
chocolate
y el mundo a su lado siempre era de
color.
Una poesía que emana sensualidad. Un abrazo
ResponderEliminarGracias amiga
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