A
veces,
no tenía
ni una palabra que llevarme a la boca.
No sabía
cómo dibujar tus besos en un papel
y mis
labios parecían un folio en blanco.
Entonces,
pensaba
en tu rostro donde vivían todas las estrellas,
en tu
rebeldía pegada a la nariz,
en
el amor que nació entre tus cabellos.
Y llovían
las letras
como
gotas de agua en primavera.
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