Tantas
veces nos dejábamos las huellas en la nieve, que nos levantábamos buscando la
casa de las palabras.
En la
casa de las palabras había abrazos de almohada y corazones pegados a la pared
con chicle de adolescente.
En la
casa de las palabras vivían: el mar, el sur, el cielo azul, la sonrisa perenne,
la cerveza siempre fría y tus labios.
En la
tarde de los domingos abríamos la casa de las palabras de par en par.
No hay comentarios:
Publicar un comentario