A
veces,
teníamos
que guardar los “te quieros”
debajo
de la alfombra
y los
besos eran prisioneros de la boca.
Entonces
el cielo se llenaba de nubes,
las
banderas no ondeaban al viento,
la
multitud te arrebataba los sueños,
sus
ojos eran cristales
y su
sonrisa huía ausente.
Y yo me
preguntaba si se podía
compartir
lo que uno ama.
Y
seguía esperando
a que el mar se parara,
para que
no me arrastraran las olas.
Interesante C:
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