luis perronegro

luis perronegro

viernes, 17 de abril de 2015

Me agota el sonido de los escaparates.

No puedo entrar en la tienda la dije.
Si pudiera lo haría. Por nada me perdería ese fluir incesante de personas, que arremeten contra la crepitud del escaparate, para hacerse dueños del último suéter que puebla el estante. Esa pasión que apenas durará los próximos cinco minutos, ese arrebatador desenfreno.

Nada me gustaría más, pero las tiendas me generan angustia, mi corazón padece de pánico cuando me encuentro entre gente que grita ante perchas abandonadas.

No te preocupes mi amor la expuse, consume por mí, consume hasta morir, hasta que el oxigeno se escabulla y el dependiente fallezca entre pilas de pantalones. Conságrate al santo oficio de vivir comprando.

Ella me miro, con esa mirada, que me decía que no supo qué encontró en mí.

Y yo  me abalance hasta la puerta,  tecleando el teléfono, diciéndola que ahí fuera, al otro lado del escaparate, estaría esperándola  todo el tiempo.

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