Todas
las mañana del mundo
cuando
el amanecer
penetraba
la almohada
dejaba un
verso entre sus sábanas
y entre
los sueños vaporosos
del
nuevo día,
nuestras
pieles se desgastaban
con
besos interminables
y con
caricias que nos dejaban
al uno
dentro del otro
susurrándonos
te quieros
y con
la humedad en la punta de la lengua.
No hay comentarios:
Publicar un comentario