luis perronegro

luis perronegro

martes, 27 de enero de 2015

El reloj se para.

Cuando nuestros labios se abrazaban
y se buscaban en la oscuridad de las lenguas,
cuando nuestros ojos eran el mismo espejo
y nuestras pieles nos sabían a lo mismo,
cuando nuestras palabras se engordaban
hasta hacerse grandes, infinitas,
entonces
el reloj se paraba y latía a otro ritmo.

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