Teníamos más de lo que
siempre quisimos perder.
Podíamos construir versos en
los ojos
barcos de papel sobre la
piel
y dejarnos flotar en un
abrazo.
Podíamos descifrar el
sentido de las cosas
durante la vida de un
parpadeo
como si todos los misterios
se hubieran ordenado
en la palma de nuestras
manos.
Teníamos algo tan frágil
entre los labios
que nos atemorizaba perderlo
por eso rezábamos lo que sabíamos.
Que era igual a nada.
Cogíamos fuerza
y nos prometíamos no
dañarnos
como si nuestro amor que aún
era un susurro
estuviera a punto de
esconderse
en las profundidades de un
mar.
Teníamos más de lo que
siempre quisimos perder
y queríamos que la primavera
siempre fuera eterna.
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