Vuelvo a casa, temprano para los que se despiertan, tarde para los
que ahuyentan el hambre en las aceras. La luz se acuesta junto a la hierba.
Dejo la resaca
en el sofá, me tomo el café de las 12, la copa de las 14 y la cerveza de las
17. Los cabellos se me caen a borbotones.
La lluvia
aporrea la puerta, el cielo se ha puesto de acuerdo para vaciarse, entero, sin
pausa, como si no tuviera otra cosa que hacer.
Me miro en el
espejo del televisor, me veo igual que ayer, mal, sin necesidad, sin cobertura.
Tengo el cuaderno en blanco.
Hay tantas
autopistas en el cielo por donde transitar y yo continuo durmiendo.
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