En sus labios , los de ella,
no hay espejos de carmín
hay besos secos y húmedos
dispuestos a enredar tu lengua.
En sus pechos, los de
ella,
había suficientes secretos
para perder el habito de la monotonía
y esperar la llegada de la noche desnuda.
En sus sueños, los de él,
sólo estaba ella
en forma de Estrella
con un cielo lleno de pecas
y un trozo de sol en su sonrisa.
Mientras, nos comíamos la boca
en el rincón de los besos
y nuestros corazones se abrazaban
latiendo al ritmo de cualquier tormenta,
empapados de agua por dentro.
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