Si tuviera que elegir
entre algún animal, no elegiría ser una mariposa, posándome de flor en flor y
extrayéndolas todas sus virtudes con la elegancia del malabarista que baila sobre
el trapecio; tampoco me gustaría ser un lobo, solitario, aullando sobre la
noche y sus pavimentos, persiguiendo tiernos corderillos bajo el alumbrado
perpetuo; ni tan siquiera el león, rey de reyes, temeroso de su trono y de los
que quieran quitárselo, amante de la guerra y de las princesas, adorado por si
mismo y odiado por el resto.
Si tuviera que elegir
sería como el patito feo, no porque sea un palmípedo con mis carnes remojando
en los estanques, ni tampoco porqué sea feo (aunque eso es más opinable), sino porque
siempre tuve la sensación, de que alguien desde la calle de enfrente o desde el
escalón más alto me lo gritaba entre los dientes.
¿Tú también vives aquí al
otro lado de la frontera?
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