Dicen
de mí
que
se me acaba el tiempo,
que
no me queda nada más
que
un par de rutinas,
una
multitud de duelos innecesarios
y
el tiempo suficiente para vestirme de negro.
Dicen
de mí
que
no saben si estoy vivo o muerto,
que
mis labios parecen revestirse de silencio
y
mi esqueleto no tiene el arrojo suficiente
para
cambiar sueños por deseo.
Dicen
de mí
que
se me acaba el tiempo.
Y yo les digo
que
mi corazón es de fuego
que
no hay aliento que lo derribe
ni
viento que lo doble,
que
a lo sumo se encoje para nacer de nuevo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario