luis perronegro

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sábado, 17 de mayo de 2014

Alimentaba mi amor con rastrojos de fuego.

Alimentaba mi amor con rastrojos de fuego.
Me hería ,
sangraba
y volvía al llanto.
Te amaba siempre
incluso cuando salías corriendo
en el momento
que debían sonar las campanas,
que se quedaron mudas.
Y mi corazón permanecía allí,
palpitando
esperando que regresaras
para abrazarle.

Alimentaba mi amor entre la algarabía
que nos rodeaba.
Las casetas,
plegadas al baile
asustaban el sueño de los niños.
Bailabas sin apenas mover los brazos.
De repente,
nos juntamos
con el pegamento de los labios.
La música se apago y acabo la danza.
La dicha se fue por el sumidero
de la culpa.

Alimentaba mi amor con aire
con la esperanza de contagiarte.
Pensaba
si algún día volverían
nuestros lenguas
a ser mariposas que revolotearan
entre flores y gargantas.
No quería recordarlo extraño
como un beso huido,
plagado de silencio.
No quería  que pensaras
que todo fue un error,
un latigazo del alma
que no se apiada de la piel
que abriga mi corazón.

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