Entre tu dulzura y tu melancolía me
encuentro.
La melancolía que esconden tus ojos
cuando se ven sometidos a la tortura de los anteojos. La dulzura que atraviesa
tu voz y que se refleja en tu rostro, en una belleza quieta, suficiente para
atrapar la luz de todo el día.
A veces me dices que quieres ser mayor,
que deseas que tu ropa crezca contigo, como si de repente surgieras adulta. Yo
me asusto, porque tengo tu edad, la de la mujer que amo, que ya sabes que eres tú.
Quiero envejecer contigo, a tu misma pausa.
Quiero levantarme cada día con una
emoción entre los dientes, para seguir marchando que tenemos que llegar muy
lejos.
Nunca supuse que podría llegar a querer
tanto. Te siento tan dentro, como si hubiéramos nacido juntos, como si
brotáramos del mismo árbol, como si perteneciéramos a la misma primavera.
Si tú lloras yo me lamento, si tu risa
se escapa mi sonrisa aparece, a veces tímida a veces sólo por dentro, para
ahuyentar los males.
Me levante, te escribí un verso y me volví a acostar. Puede parecer raro, pero
es mi única obligación, amarte.
Y luego seguir amándote entre tu dulzura
y tu melancolía.
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