He
estado a siete segundos de su boca
a
un instante de dejar caer mis labios
a
la distancia justa para mezclar nuestros alientos.
Pero
en ese momento giro la noche
y
el valor se disolvió en alguna calle sin nombre.
No
sé si el destino volverá a dejarnos tan cerca.
Prometo
no volver a guardarme los besos en el bolsillo.
Prefiero
el silencio del rechazo a la impenitente duda.
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