Tenía la moral del
esclavo,
apoyaba sin fisuras
a aquel que le
golpeaba,
a quien le vaciaba los
bolsillos de sueños,
quien se comía el
sudor de su piel
a cucharadas.
De su boca no dejaban
de manar lamentos,
pero cuando las urnas
se abrían
volvía a votar a quien
le oprimía.
Tenía la moral del
esclavo
y de su espalda no salían
alas, sino cadenas.
Hola , no he leido mucho en mi vida , estoy en ello , me parece interesante el poema que has escrito , viendo un poco el blog , un saludo , espero volver por cuaderno de bitàcora , hasta pronto
ResponderEliminarlos libros están repletos de paraísos, ábrelos. Un abrazo amigo
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