Hay mañanas en las que
prefiero no volar
y dejarle el cielo
entero a los pájaros,
prefiero pegar la
nariz al cristal
mientras los vagones
engullen el paisaje,
dejar que los párpados
saluden al sol
en los amaneceres
azules
y contar las nubes
como quien cuenta olas
del mar
con todo el tiempo por
delante.
Hay mañanas en las que
tus ojos
me abren todas las
puertas
y yo sólo me dedico a
caminar.
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