Una silla
sus piernas abiertas
mi piel recta dentro de ella
latigazos de amor
pechos que saben a melocotón .
El placer que se come a cucharadas
soperas
sonrisas de almohada fresca
mis labios que se caen
al final de sus esquinas.
Terminamos juntos la vereda
mientras el reloj se despereza
y nos prometemos
que el amor siempre será de ida y
vuelta.
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