Con la
cautela de los amores clandestinos
Cuando
me duermo,
regresan
a mi almohada,
el
sabor a mar de tu lengua
los
versos que se enredan en tus palabras
y tus
piernas esbeltas de gacela.
Y es
entonces cuando recuerdo,
que
nuestro amor clandestino
está
plagado de cautelas,
que a veces
no podemos vernos las estrellas
y que
nuestras manos no pueden entrelazarse
como si
fuéramos mariposas de agua.
Y
pienso en aquel día
donde
nos despertemos juntos,
agarrados
al mismo sueño
con los
labios plenos de sur
y el
amor comiendo en el mismo plato.
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