Teníamos
corazones mudos entre los labios
y palabras
que eran grietas de aire.
Nos decíamos
te quieros silenciosos
y nadie
sabía que teníamos flores entre los dientes,
nadie
escuchaba nuestro viento.
Por eso
nuestro amor era tan grande
porque nunca
salía de la coraza del alma
para
abandonarse al tiempo.
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