Sus
pechos aullaban bajo las telas
mis
manos eran sombras de huellas,
la
luna se mostraba con cautela
expandiendo
en los adoquines su alfombra.
Y
sobre las calles quietas, un amor por entregas,
unía
nuestras manos fuera de los ojos de la plaza.
Todo
era como el sueño de un poeta
todo
estaba en los labios de ella.
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