Se llamaba Iratxe, que
puedo decir de su piel blanca de estrellas, de sus cabellos enredados como olas
de plata y de su rebeldía agarrada a la nariz como cometas de fuego.
La quise y luego la ame,
porque amar es algo más grande, es cuando los latidos no te caben en el pecho.
Me hizo descubrir tantas
cosas que parecía alguien nuevo, me hizo
entender lo que es amar en silencio con
el corazón siempre abierto, conocer el sabor de las ausencias, soñar a través
de sus sueños, reír en sus sonrisas y atravesar sus páramos, beberme sus
desiertos.
A veces la amaba tanto que
la levantaba hacia al cielo y ambos juntos veíamos nuestras estrellas. Y al
volver a tocar el suelo éramos más jóvenes, estábamos llenos.
Te amo mi niña la decía y
el mundo se detenía , cogía aliento y
luego continuaba devorando las horas.
Te amo mi niña y ella me
miraba con sus ojos nuevos.
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