No hay nadie como yo
proclamabas al viento
y el cielo se colmaba
de caricias digitales.
No hay nadie como yo
le murmuraste a la luna
y nuestras manos plagadas de primavera
se agarraban en un abrazo perfecto.
No hay nadie como yo
y desenterrábamos nuestros labios
para comernos a besos.
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