Volvimos
a los mismos lugares
con los
corazones nuevos
y allí
frente a
la estatua del viejo conquistador
nos comíamos
los ojos
nos devoramos
los labios
gota a
gota
adoquín
a adoquín
y luego
subimos
por estrechas veredas
que lamían antiguas paredes
con las
manos fundidas
y los
alientos entrelazados
y vimos
castillos
austeros
con diminutas
ventanas
paisajes
eternos
plagados
de verde primavera
y al
final
regresamos
a la plaza
donde todo
empezó
con las
almas desnudas
con las
pieles solidificadas
y ya supimos
que nunca
nos podríamos olvidar
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