En mis
ojos viven tus ojos
en mis
labios se acuna tu lengua,
sobre
tu ombligo acuchillado por el hierro
late
mi piel,
en nuestros
abrazos nos reconocemos,
como
olas de mar gemelas
que
siempre regresan al mismo mar,
el
lugar donde se fraguó nuestro destino
de
amor imperecedero.
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