Vivíamos
en la misma luna
escribíamos
en nuestro libro
el mismo
poema
no hay
nadie como tú mi amor
y dejábamos
que nuestros besos
acariciaran
nuestras huellas
suaves como
un mar recién levantado.
Vivíamos
en la misma luna
amándonos
en su cara dulce
paseando
de puntillas
con los
abrazos siempre puestos
y comiéndonos
las palabras
antes
de que las secuestrara el viento.
Vivíamos
en la misma luna
por eso
siempre nos entendíamos
como si
tuviéramos el alma abierta
por la
misma página.
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