A
oscuras
recorro
las sorpresas de tu cuerpo,
me
quedo quieto
en las
formas de tu pecho
las
moldeo con mi lengua
como
esfinges de viento,
bajo y subo
como un
ascensor
que se
pliega al deseo,
desde
tus entrañas
a los
surcos de tu boca
y luego
entro dentro de ti
y me
salgo
y nos
tocamos enteros
sin
sutilezas
con la
rudeza del placer,
hasta
que la lluvia nos empape
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