Cuando
abrí los ojos, vi
las
huellas que dejaste
sobre
el mapa de mi piel,
tu pelo
plagado
de laberintos
acuchillado
por el sueño,
tus
ojos
acurrucados
sobre la almohada
con
los parpados recién levantados.
Se disolvió
la noche entre las sábanas
y llego
el día
con su prolongación de rutinas,
con su nueva colección de hastíos,
con
nuestros besos sellados
por
una multitud de sombras
que nos
acechan en las aceras,
para devorar
un
amor que nos desborda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario