De pronto, entre las cenizas de mis
labios
surgió ella
con sus besos ataviados de púrpura
dulce como un amanecer en la garganta de un
niño
y hermosa como un cielo repleto de
estrellas.
De pronto, entre el trino de mi palpito
que como luna llena acaricia la noche
apareció ella
y se quedo prendada en mi boca
con el sabor eterno de un amor de
juventud.
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