Somos como gorilas en la niebla
cuyos surcos ha labrado la luz,
con la memoria de una brisa
y el amor siempre ausente.
Latimos el tiempo suficiente
que nos permita
engañarnos a nosotros mismos
en un perpetuo suicidio de las palabras.
Y un día
sin ningún pretexto
sin previo aviso
el reloj se desintegra.
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