Cuando el camino nace mi alma se despierta, recoge sus 21 gramos y
acelera el pulso en busca del contacto de su cuerpo.
Poso mi brazo sobre su hombro, con la suavidad del amor intacto y
la siento durante un instante parte de mí . Sangre junto a sangre.
Camino por las calles esperando que no desemboquen. Que las
avenidas nunca se agoten.
Paseo por parques, donde duermen árboles inmensos, tan grandes
para dar sombra a una ciudad entera, o ser el hogar de algún buda descarriado.
No quiero dejar de andar junto a su lado. Rezo para que el reloj
se pare en los semáforos.
Quiero perderme y no llegar a casa, por eso llevo mapas que no
conocen el camino de vuelta. Pero ella siempre encuentra la vereda que nos
regresa.
A veces, cuando mi amor se desboca, la doy besos pequeños, para
que su corazón no se ahuyente, para que mis latidos se frenen.
Al llegar a la habitación y cuando cada una de las puertas se cierran, sólo pienso
en despertarme para volver a verla.
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