Te
parecías a la palabra nunca.
Nunca
amanecían nuestros labios
mojados
el uno del otro.
Nunca
nuestros cuerpos acumulaban
sudor
hasta vaciarse por completo.
Nunca
podía disolver tus pechos
en
el azúcar de mis labios.
Nunca
me dejabas perfilar la línea de tu cabello
y
arrebatarle el color a tu mirada.
Nunca
pude recoger el frío
de
tu piercing entre mis dientes.
Me
recordabas a la palabra siempre.
Siempre
permanecías agarrada a mis pensamientos
con
la misma dignidad que un náufrago a su tabla.
Siempre
te llevaba en el bolsillo
junto
al cuaderno donde nacían tus versos.
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