Sucede
que cuando mis ojos se despiertan
lo
primero que ven es tu rostro perfectamente tallado
con
el piercing atravesándote la nariz.
Los
vuelvo a cerrar, espero los segundos de una respiración.
Y
otra vez estas allí.
Desayuno
mientras me acompañas sin estar,
pongo
música y apareces en la última nota que alguien ha dejado caer.
Salgo
a pasear al perro que no tengo
cojo
cualquier sendero y estas allí. Aún no te fuiste
Sucede
que me canso de que todos mis pensamientos acaben en ti. Y entonces aprieto al
pause.
Juego
a ser revolucionario , joven y a veces
hasta poeta
a enredarme con las
palabras y atenazarlas junto al fuego,
forjar batallas en mis
dedos con las que recorrer tus pechos.
Luego la noche llega y
me vacía como el que se queda sin estomago.
Sucede que hago planes
para ahuyentarte.
Construyó almacenes
donde albergar la rutina. Trabajo a destajo en ello.
Encierro mi pensamiento
con llave y por dentro.
Lo escondo entre pilas
de complicaciones y le doy el carácter de prioritario.
Y todo ello me dura el instante que tarda en bombear la sangre por mis venas.
Hace tiempo que no vivo
más allá de tu última sonrisa.
Sucede que abro este
cuaderno
para olvidarte
y al final lo he llenado con tus versos.
Siempre vuelves
como las resacas en
domingo.
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