Nuestras pieles sabían a agua
mientras que el deseo
resplandecía sobre la mesa
y dejábamos
que nuestros cuerpos suaves
rompieran los cristales del techo,
cerrábamos las persianas al aire
extraíamos nuestras pieles
y dimitíamos
para que nuestro amor
fuera carne
entre folios y ordenadores
mientras la tarde, ardiente,
había borrado los segundos
del tiempo.
Y sabíamos
que habíamos nacido para amarnos
por la profundidad de nuestros tatuajes.
Qué maravilla de metáforas!!
ResponderEliminarMil besitos
gracias amiga auroratris, las metáforas son el alimento de mi cuaderno
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