Estaba tan hambriento
que devoraba luciérnagas en la noche,
dejaba que mis dientes
se derritieran en el agosto
de los sueños vanos
y al final del día
ahuyentaba mi famélico apetito,
contándole las nubes al cielo,
dibujando espuma frente a mis ojos.
Estaba tan hambriento
que cerré el cuaderno
y abrí la piel de par en par,
mientras esperaba
que los campos recién arados,
abrieran sus esquinas
y llovieran
los sueños de verano.
dejaba que mis dientes
se derritieran en el agosto
de los sueños vanos
y al final del día
ahuyentaba mi famélico apetito,
contándole las nubes al cielo,
dibujando espuma frente a mis ojos.
Estaba tan hambriento
que cerré el cuaderno
y abrí la piel de par en par,
mientras esperaba
que los campos recién arados,
abrieran sus esquinas
y llovieran
los sueños de verano.
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